Una atmósfera de bruma y aislamiento rodea
las Tierras Altas de Eliambroz, comarca remota donde la brutalidad,
el caciquismo, la ignorancia y la envidia son el pan de cada día.
Los frutos de la Ilustración y de la cultura llegan con dificultad
a esas tierras apartadas del mundo, pero no así las heridas
del tiempo reflejado en estas páginas: el negocio de la esclavitud,
la guerra de la Independencia, las luchas carlistas, la contienda
fratricida de 1936, la difícil recuperación de la
memoria histórica.
En ese nebuloso territorio, y en ese marco temporal
que abarca dos siglos, se desarrollan los trece relatos articulados
entre sí que componen Trampas de niebla, título
que hace referencia a las redes invisibles para la captura de pequeños
pájaros ya prohibidas y a las trampas igualmente
invisibles que la vida tiende a sus protagonistas. Tales son los
hilos, las redes de niebla, que tejen la intrahistoria de un territorio
mítico e imaginario donde, como en un espejo roto, se refleja
una España en la que «el infierno suele estar en nosotros
mismos».
A lo largo de esta novela, que sólo en apariencia
es un libro de relatos, la precisa mano literaria de José
Antonio Abella nos conduce por la dura geografía de las Tierras
Altas, atrapándonos desde el principio y sin soltarnos hasta
el final: Tierras Altas de Eliambroz que se suman a otros espacios
literarios como Celama, Macondo o Región, casi tan reales
como la vida en el corazón y la memoria del lector.
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