Santander, la marinera es un homenaje a la
ciudad y sus gentes, un paseo por la vieja puebla y por las calles
nacidas en 1942, una exhaustiva explicación sobre las causas
y las consecuencias del modelo elegido para reconstruirla tras el
incendio. Pero también una denuncia valiente de las tropelías
urbanísticas cometidas por todos los regímenes políticos,
una trepidante aventura con la crisis económica y política
de fondo, y con la entrañable familia de los tenderos Cabarga,
una historia de amor y desamor, un relato de castizos abogados venidos
a menos, una relación peatonal de la ciudad, casi palmo a
palmo, un testimonio de su paisaje urbano, una explicación
sobre dónde está escondido el auténtico paisano
marinero, dónde el pijo. Estamos ante una pieza literaria
con sabor a rabas, olor a salitre, sonido al habla cantarina de
esta tierra, al golpeteo seco de las palas, con sensaciones atávicas
como la quemadura en los pies de la arena caliente y el frescor
de una ola en el rostro, una obra rebosante de recursos literarios
en la que todos los santanderinos podrán verse como a través
del lente de un microscopio, una novela, en fin, global, en la que
se mezcla la experiencia vital del lector, con la trama literaria,
el humor satírico y la expresión de verdades como
puños, la fantasía desbordante y ciertas inquietantes
predicciones sobre el futuro urbano.
Por entre sus páginas aparecen establecimientos
por todos conocidos, y por muchos recordados. La novela integral
sobre Santander que todos esperábamos.
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