En el año 2002, Valnera concibe la colección Memorias con Arte, una serie que obtiene sus dos primeros frutos en el 2003 y que pretende reunir en una sola publicación ambos aspectos: las memorias y el arte.
Memorias de personajes del mundo del arte, profusamente ilustradas, y con las únicas limitaciones de la calidad y de la edad de sus protagonistas —siempre que sea posible los personajes deberán tener más de sesenta años.
Memorias literarias, alejadas de las memorias convencionales, comúnmente tan prolijas en fechas y en relatos pormenorizados de los logros de los biografiados (en estos libros importa mucho más descubrir el perfil psicológico, la desnudez del alma, la pasión escondida).
Memorias acompañadas de un libro que compila parte de sus trabajos más sencillos: esbozos, dibujos, proyectos, bocetos…
Así pues, dos libros por cada personaje —el de memorias y el de dibujos—, integrados dentro de un estuche contenedor.
Unos libros que, en palabras de José Ramón Sánchez, su diseñador, deben ser "pequeños, entrañables, como hechos para descubrir los detalles más íntimos de una vida. Como los libros de horas o los diarios que uno guarda donde nadie pueda descubrirlos. Pequeños libros de arte que dan la espalda a las reproducciones ampulosas, a la parafernalia de la totalidad, a la apariencia ostentosa de lo que brilla con estrépito. Hemos querido penetrar en los detalles y posar nuestra mirada en lo pequeño […] hemos querido que las Memorias con Arte retraten al artista con sus luces y sus sombras. Memorias donde cada cual cuente sus cumbres y sus abismos. Para lo bueno y para lo malo, el artista entendido como alguien que convive con el resto de los mortales." |