Con Primos Sánchez Arévalo dijo
haber aprendido a afrontar sus miedos como director. Su lema: «Divertir,
entretener, emocionar». La necesidad de «luz y ligereza,
de despojarse de todo lo que hace el camino pesado» presidió
su objetivo esencial: «Afrontar la comedia con el rigor, el
respeto y la seriedad que merece». De su estancia en Comillas
la localidad cántabra donde realizó el rodaje,
el cineasta subrayó que quizás nunca vuelva a rodar
en unas condiciones tan buenas en su vida. De ese maridaje singular
da testimonio la edición del guión, prologada por
el propio cineasta y con la inclusión
de un particular cuaderno de rodaje fruto de la mirada de su padre,
el pintor José Ramón Sánchez, que contiene
85 dibujos.
En el prólogo de esta edición Sánchez
Arévalo confiesa no creer en la escritura, sino en la reescritura.
«No me fío de las primeras versiones de casi nada.
Y menos de mis guiones. Soy muy de sensaciones, de dejarme llevar,
de no pensar demasiado, de demarrajes incontrolados. De esa manera
me acerco a las historias. O ellas se acercan a mí».
Primos, «nació fruto de un impulso. Más
que una película, fue una tabla de salvación, algo
a lo que aferrarme, no tanto en lo profesional como en lo personal.
De ahí la urgencia y la precipitación».
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