Una mujer cuyos días no duran veinticuatro
horas sino cuarenta y ocho, una pareja que se divorcia para enamorarse
otra vez, una chica francesa que no ha nacido en Francia, un hombre
que se echa a dormir en la sección de colchones de un centro
comercial, un matrimonio que lleva treinta años sin cruzarse
una palabra, un escritor que encuentra cientos de ejemplares de
su única novela como atrezo en una tienda de mueble y decoración,
un anciano que se pone triste cuando las minifaldas se agitan como
alegres banderas en el parque
los personajes de Desdoblados
son parejas deshechas que no se deshacen del todo, individuos que
se refugian en sus sueños para huir de la realidad, personas
atrapadas en una opresora zona de confort vital.
Desdoblados habla de la soledad, del amor,
de las ilusiones humilladas, de lo que ocurre cuando la vida construida
no es la vida deseada. Personajes que se enfrentan a una existencia
llena de límites, reales o imaginarios, que no pueden o no
saben rebasar.
Son sesenta cuentos breves, cuentos del tamaño
de un puñetazo, que golpean con una narración directa
y sin artificios. Historias a veces cotidianas en las que parece
no suceder nada pero en las que sucede todo, historias a veces divertidas
en las que se presentan con naturalidad situaciones irreales. Relatos,
en definitiva, en los que los sueños acaban siendo fallidos
sucedáneos de la experiencia, vulgares imitaciones a las
que recurren quienes no saben hacer con su vida algo mejor.
|